29/5/08

Rosella Di Paolo (Perú, 1960)

Jaculatoria

Oh acércate, mi cabeza es de hierba,
olíscame, suave es tu hocico
y mis jugos son suaves, muérdeme,
arranca despacio mi cabeza,
mastícame, quiero no
quiero no pensar, ser una bola verde
en tu lengua, en el cielo de tu paladar
oh entre tus identes, trágame,
vuelta en tus limpios ácidos
nada nada nada
oh amor en tu panza de toro ahora
y siempre en tu ardentísima santa bosta
amén.

De Tablillas de San Lázaro (Lima: PUCP, 2001).


Fazer te lo he mirar

Esperamos que la noche empiece
a sacarnos los ojos en lentos picotazos
y tendámonos, amado, sin temores
pues nada nos hará dejar esta dulce prueba
de ser ciegos, amado, para todo
lo que no sean las manos nuestras y las bocas
porque las bocas nuestras y las manos son harta luz.


Las altas distancias

Si yo escribo tu nombre en la arena
y tú escribes mi nombre en la arena
pero en la otra playa
es que hemos descuidado las cosas
hemos dejado crecer el mar como la hierba mala
y habrá que arrancarlo con cuidado
hasta llanar la arena de esa playa
donde puedes escribir mi nombre y rozar el dedo
que está escribiendo el tuyo despacito.


Amor de verdura

Tu risa es ancha y feliz como un campo de coliflores
y me hundo en tu barba verde
en tu gran cuerpo de hierba
en el rumor de tus aguas anegándome
descuajándome las piedras hasta hacer de mí
un estruendoso país de vegetales
porque entonces los escucho brotando de mi cuerpo:
en mi cabeza una lechuga enloquecida
en mis axilas la hiedra de los muros
excava sus canales y este hervor de fronda
asomado al puente entre mis piernas
se ajusta a tu corriente
a la luz atronadora que gobierna
los altos pastos que viene hacia mí
y estallan.

De Piel alzada, Lima: Colmillo Blanco, 1993.


La torre y la cabra

En el desierto hay una torre
arriba de la torre está la cabra
los que pasan se preguntan cómo llegó la torre
cómo llegó la cabra

No hay escalas ni yerba entre sus piedras
pero la cabra mira al sol
Ha de estar ciega dicen los que pasan
no es posible
ha de estar muerta

Sola la cabra aguarda la noche
alza una pata
una piedra crece bajo ella
alza otra pata
otra piedra crece bajo ella

La noche esconde hechos simples como estos,
y los desiertos.


De Caudal de piedra. Veinte poetas peruanos (1955-1971), México: UNAM, 2005.

10/2/08

Antonin Artaud (1896-1948)

No podemos vivir eternamente
rodeados de muertos

y de muerte.
Y si todavía quedan prejuicios
hay que destruirlos
"el deber"
digo bien
EL DEBER
del escritor, del poeta, no es ir a encerrarse cobardemente
en un texto, un libro, una revista de los que ya nunca más saldrá,
sino al contrario salir afuera
para sacudir
para atacar
a la conciencia pública
si no
¿para qué sirve?
¿Y para qué nació?